Chicago Home (2)

Chicago, ciudad donde se diseñaron los primeros rascacielos, es hoy meca de arquitectos y amantes del diseño y nuestra primera parada de la Ruta 61. Una ciudad que a pesar de su extensisimo tamaño tiene un ritmo mucho más pausado de lo que podemos imaginar o eso nos pareció a nosotros. A lo largo de nuestros 3 días pudimos recorrer el Loop (centro financiero) en bicicleta, subir a lo alto de la Hancock Tower, recorrer en barco sus canales, ir a un partido de Baseball y vivir toda una experiencia local en China Town de manos de nuestro huésped de Airbnb… Un gran comienzo para un viaje y una experiencia aún mejor. Chicago… ¡¡Allá vamos!!

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Primera parada. Según llegamos y con el único objetivo de combatir el jet lag a base de mordiscos y tragos, decidimos ir a entretenernos con un par de cervezas y una buena hamburguesa. Nos recomendaron Wells Street, una calle con restaurantes y bares con ambiente joven. Nos apalancamos en la terraza del The FirePlace Inn, un restaurante de comida a la parrilla y hamburguesas, nos pillamos dos de estas y unos nachos. Estos buenos sin más, pero la hamburguesa me gustó mucho, la carne tal y como la pedí, poco hecha y estaba riqui riqui. Lo que me sorprendió fue que nos pidieran el DNI para confirmar que éramos mayores de edad (21 años allí), hecho que estúpidamente me propulsó el autoestima hasta el infinito y más allá, e incluso me hizo sonrojarme y pensar: “ooy oy oyyyyyy… pero que jóvenes parecemos!!!” en plan estupiding. Y así fue mi reacción durante aproximadamente las primeras 5 veces que nos pasó, hasta que nuestro fantástico casero nos comentó que lo hacen con todo el mundo a no ser que aparentes unos 45 ó 50 palos, a lo cual aquella magnífica sensación de estrellato pasó a ser estrellamiento de 0 a 100 en un nano segundo. Pero bueno, me quedaré con la parte positiva, no aparento 50, algo es algo…

En esta misma calle también nos dejamos caer por el restaurante Woodies, un local con un ruidoso espíritu joven y decoración chula, perfecto para tomar platos desenfadados, hamburguesas, sándwiches, ensaladas,… en mi caso hamburguesa, de la cual me sorprendió el sabor a canela que tenía el pepino dulce.

 

Porbelly. Nos recomendaron esta cadena de bocadillos por ser un plan económico. La verdad es que el sitio es cómodo y la excelencia de la eficacia de los empleados es absolutamente irreprochable, mientras haces cola pasa una señorita con una tablet procesando tu pedido y cuando llegas al mostrador tras él, aparece un ejército de personal. Ahí te atienden ya con tu bocata en la mano sólo a falta de que le respondas a una pregunta, que intuyo, debe de ser sencilla, algo así como “¿Quieres que le ponga alguna salsa? ¿Queso? ¿Lechuga? ¿Lenguado lunar? ¿Unicornio laminado?, algo así debió de ser, pero lamentablemente me fue a-b-s-o-l-u-t-a-m-e-n-t-e imposible reconocer NINGUNA palabra de aquella, supuesta, sencilla frase, y mira que le pedí que me la repitiera unas 7 veces con mi sutil y directo: “Whattttttt?!?!?!!!!!!!!!!” pero nada, finalmente opte por un humillante: “No, Thanks” acompañado de una sonrisa sudorosa y temblorosa de fracaso total. Bueno, retomando, el bocata estaba bueno, pero intuimos que hubiera estado muchísimo mejor si le hubiéramos puesto esos ingredientes secretos que nos ofrecía y que fuimos incapaces de reconocer. Este es un tema bastante recurrente en todo el viaje, nos hemos encontrado en muchas ocasiones con conversaciones de inglés que se acercaban más al groelandés, absolutamente frustrantes. No sé si es el acento, la pronunciación o qué, pero no te enteras de nada y terminas pareciendo medio lelo.

 

Francesca Forno. Dando la rigurosa vuelta de reconocimiento al barrio de Linked Park terminamos en el Forno de Francesca, un restaurante italiano muy mono puesto, y de sabor a destacar la pizza Bianca, que combinaban como ingredientes la panceta y el feta con rodajas de limón, un puntazo, nunca lo hubiera pensado. El resto como cualquier italiano muy decente, perfecto para disfrutar de una cena en este barrio modernito.

 

Burger Chicago (2) Noodles in a Pot (2) Pizza Bianca Francesca di Forno (2)

Chinatown Chicago (2)

 

Dim Sum Place. Lo que os voy a relatar a continuación no tiene mucho que ver con Chicago, ni con su comida tradicional como tal, peeeeero resulta que nos pasó en Chicago. Todo comienza cuando nuestro genial casero de Airbnb(si queréis su contacto escribidnos y os lo pasamos) nos invita a su cumpleaños, nos lleva con sus amigos a almorzar (aunque a esas horas podría llamarlo desayunar para nosotros: 12.00 de la mañana!!!!) a un restaurante chino en pleno China Town especializado en Dim Sum. No sólo las típicas empanadillas al vapor que ya conoces, si no decenas de platos diferentes donde elegir, el concepto es como ir de tapas, ¡pero tapas chinas!. Hare un inciso para explicar por qué nuestro casero nos llevó aquí, pues veréis es americano, pero de origen chino y es muy habitual hacer este tipo de encuentro con los amigos entorno a una mesa. Hablando de mesas os diré que eran redondas y de esas que tienen una plataforma giratoria en el medio para poder compartir los platos. Él pidió por todos nosotros y nos fue explicando cada plato, solo pedimos té y nos salió por unos 20$. Todo estaba muy rico y la experiencia en sí con él y todos sus amigos fue más que fantástica. Y el restaurante estaba a reventar, así que si te apetece el plan más vale que reserves :)

 

Noodles in the pot. Buscando restaurante-víctima para cenar cerca del conocido Blues Bar de Chicago, donde teníamos intención de escuchar música en directo, le echamos el ojo a un restaurante próximo. Era de noodles con una terracita muy mona y que estaba hasta arriba, pero intentamos ver si tenían una mesita para dos. Mientras esperábamos a que encontraran nuestro hueco, vimos que la gente que esperaba para ser atendido a nuestra vera, tenía su propio pack de 6 tercios de cervezas y se las bebían mientras charlaban y hacían más agradable la espera. Nos sorprendió, pero no le dimos más vuelta. Cuando nos sentamos en nuestra mesa y pedimos una cerveza nos dijeron que no vendían alcohol, que no tenían licencia para ello, que si queríamos podríamos traer nuestro propio alcohol, y ahí es donde empezó a tener sentido, porque cuando nos llevaban a nuestra mesa vimos como algunas mesas sacaban sus propias botellas de vino de bolsas de papel y las ponían sobre la mesa. Tras asumir la decepción de no poder tomarnos nuestra cervecita o grados de alcohol en cualquier forma que pudiéramos pensar, optamos por la sana hidratación, el agua de grifo. Pedimos unos rollitos vegetales (no fritos) como entrante y luego unos acertadísimos Chiken Curry with milk coconut. Salimos a unos 11$ por persona, si pasas por la zona te lo recomendamos, es un plan perfecto, primero noodles y luego o bien el Blues, como te comentábamos antes, que es un bar pequeño, que se llena hasta los topes, con un ambiente más bien tranquilo donde beber una cerveza en la oscuridad y escuchar buena música, o bien puedes ir al Kingstone Mile, que es otro local de blues que está justo enfrente del otro. Este es un local más grande con dos salas, donde se puede cenar, y el blues que tocan es más movido, la gente es más joven, se baila y hay más ambientillo. En general es más alegre, mientras que el otro parece más auténtico. Lo que no sabíamos por aquel entonces era que nos quedaban unas millas todavía para vivir el Blues en su máxima y más profunda expresión….

Blues Chicago (2)              Kingston Mile Chicago (2)

Dejamos Chicago, por fin cogemos el coche y ponemos destino Louisville. Tras superar las primeras pruebas de novatos en carreteras desconocidas conseguimos salir de la ciudad tras 3 fallidos intentos de coger la salida correcta. Nuestro aliado el GPS nos indica que 300 millas (unos 480 km) nos separan de nuestro destino. Largas carreteras de cuatro y cinco carriles nos abren camino, y nos muestran un paisaje donde las zonas arboladas y los campos de cultivo de maíz se van alternando, mientras multitud de camiones nos acompañan en nuestra ruta.