Clarksdale Home (2)

Llevo varias ciudades esperando encontrar esto, evidentemente por una clara ignorancia unido a un deseo de dejarte sorprender por lugares desconocidos, y por ello no mirar fotos antes de visitar las ciudades de destino en tus viajes, hace que cometas errores garrafales en la vida como pensar que Louisville, o Nashville iban a ser pequeños pueblecitos, cuyo mayor skyline de la ciudad sería el perfil del granero del señor Johnson, y su gallo sobre el tejado. Qué lejos quedaba mi fantasía… ¡hasta que apareció Clarksdale!


Al ir acercándonos por la 61 a la ciudad no se divisaban edificios altos, ni uno, mi cara es la de “no quiero hacerme ilusiones que ya lo hice con las anteriores y resulta que a la vuelta de la curva aparecen unos edificios de 205 plantas”, que hace que te metas tu ilusión de pequeña cuidad perdida de la civilización americana por donde tú bien sabes. Pero esta vez no fue así, una ideal Clarksdale apareció en nuestra vista, ningún mastodonte nos saludo desde las alturas, solo casas de madera bajas, con porches y mecedoras, tiendas y restaurantes en locales de dos plantas, el rio a un lado, nada de Mc Donnals, Wendies ni basuras comerciales (otra cosa es cuando sales del centro, que como en cada unos de los sitios donde hemos estado, aparece la plaga fast food en cada cruce).

Pero no todo podía ser bonito, también nos llamó mucho la atención la diferencia de casas, unas prefabricadas, muy ruinosas donde mayoritariamente se ve población de color, frente a casitas ideales de calidad con jardín en barrios residenciales, muy a lo Wisteria Lane en la serie “Mujeres Desesperadas”, pero muy próximos un barrio del otro. Es más que palpable que la población afroamericana ha ido increchendo según hemos ido avanzado nuestro camino hacia el Sur. El estado de Misisipi es el más pobre de los EEUU, que se puede apreciar no solo en los barrios pobres, si no también en las casas de baja calidad y en la cantidad de vagabundos que se zarandean pidiendo por las calles.

Shack Up Inn (2)Shack Up Inn 2 (2)

Shack Up Inn
A los amantes de Pinterest, de la chatarra, de los trastos inservibles, amantes de la mierda acumulable, de esos tesoros que pocos aparte de tí valoran, ¡¡hemos encontrado tu sitio!!
Un alojamiento rural surgido en 1999 por cinco amigos, situado en la antigua plantación de algodón Hopston, donde las casa de los antiguos trabajadores negros del campo, se convierten en casitas ideales para turistas cansados. Decoración con toda clase de artilugios y antigüedades que hacen de este lugar no sólo un museo al aire libre, si no también un lugar donde recrear lo que hubo hace mucho tiempo, y a la vez tan poco, que te sorprende y te teletransporta en un viaje a la pasada salvaje época del esclavo racismo e imposición de los blancos.
Podrás encontrar desde coches de los 50 descascarillados, a mecedoras, herramientas de labranza, recolectoras de algodón, y cientos de detalles que te arrastran a otra época.
Tiene un restaurante, el Rust, que es prácticamente un amasijo de chatarra superpuesta, pero con supremo gusto donde te hace sentir que estas en un sitio especial, te ofrece una carta de brunch los domingos, pues prácticamente esta TODO cerrado, corta pero contundente buena.

Y por cierto, como ya hemos visto en otros sitios, puedes llevar tu propio vino.
Cambiando de tercio un par de detalles a destacar:
• Para los amantes de la tranquilidad, no permiten ni niños ni menores de 25 años.
• Llévate anti mosquitos, que aquí parece que no hayan comido en su vida los muy c******s y te atacan con ganas
• Si vienes en verano ármate de paciencia con el calor, y se consciente que aquí SE PASA CALOR con mayúsculas

 

Ground Zero Clarksdale (2)Para lo bueno y para lo malo, Clarksdale no es una ciudad grande, y tampoco hay mucho que hacer o ver, pero todo el mundo coincide en que por la noche un must es el visitar los clubs nocturnos de blues, razón por la el cual el 99% de los turistas vienen aquí, el uno restante o se ha perdido o viene de paso. Nos recomiendan el Zero Grownd y el Red, los dos a apenas 100 metros de distancia, pero en especial la gente local nos aconsejan que vayamos a ver a Leo Welsh en el Red, que no deberíamos perdérnoslo. Con tan poca vida diurna, e intensa nocturna, decidimos empezar la ruta de música en directo. Comenzamos por Grownd Zero (entrada 7$) a cenar unas alitas de pollo picantes, una ensalada y un sándwich de tomates verdes fritos. Como siempre un servicio más que atento, mientras un concierto de blues de veteranos nos amenizan la cena en un antiguo granero de algodón (Junk Joint), de techos altos. La eufórica camarera nos deja un rotulador en la mesa y nos invitan a que firmemos donde podamos: manteles, paredes, puertas, columnas, donde pilles hueco, con carteles por todos lados de grupos y conciertos pasados. Es un sitio especial con mucho ambiente, buen rollo y con espíritu del blues más profundo del Mississippi. Por cierto, su dueño es Morgan Freeman.

Terminamos y nos fuimos al Red y nos encontramos con un antro que intuimos que en algún momento del pasado fue un punto neurálgico del blues en Mississipi, pero a día de hoy no es más que eso, un antro. Es un pequeño local de techo bajo con plásticos colgando que hacen las veces de aislante. Mierda por todos lados, sillas acumulada, muebles, una barra mal apañada, tablones, serrín (que te da por pensar que esto tiene termitas hasta en las bisagras de las puerta, y te preguntas ¡¡¡¿cómo se mantiene este sitio en pie?!!!!) y en el escenario nos encontramos con esa eminencia que nos comentaban los lugareños, un anciano de 82 años que si le vieras por la calle le tacharías de abuelo, sin embargo nos dejó boquiabiertos con el chorro de voz que sale desde las profundidades de ese viejo cuerpo, y su agilidad y energía que desprende de sus manos, digno de ver y disfrutar.

Y lo bueno de este rincón de la América profunda es que te sientes como en la serie de “Doctor en Alaska” dónde los habitantes del pueblo son cuatro y te los encuentras en todas partes, el de la tienda del Cat Head (por cierto santuario a visitar si eres fanático del Blues), la dependienta de la tienda de arte, el de la tienda e las chuches, los pocos turistas que se dejan ver por esta ciudad también aparecen en este antrillo, ¡ya estamos todos! La entrada nos costó 10$, pero dentro las cervezas son baratas.
Y para rematar la ruta de conciertos de la noche terminamos en la Hopston Comisary, otro Junk Joint junto a la Shack Up Inn donde tras pagar otros 7$, quemamos nuestros últimos cartuchos moviendo el esqueleto con un concierto de country.

Te recomendamos que evites Clarcksdale los domingos, esta todo prácticamente cerrado, ni tiendas, ni apenas restaurantes, ni sitios de música, eso sí, puedes acercarte a alguna de las iglesias que hay y participar en la misa y su gospel. Nosotros llegamos tarde y ya habían terminado, pero nos recibieron con las manos abiertas y nos invito el pastor a rezar con ellos, a lo cual no pudimos negarnos dado el acoplamiento que íbamos hacer anteriormente a la misa con el góspel. Fueron muy acogedores y nos regalaron dos discos de góspel para que pudiéramos escucharlo en el coche y nos acompañara en nuestro camino.

Cogemos la 61 de nuevo, esta vez destino Nueva Orleans, tras haber dejado atrás Clarcksdale, con sus campos de algodón, el Shack Up Inn, el Grove Blues Zero, el Red,…
Volvemos a alternar campos de maíz y algodón con grandes zonas boscosas, donde las enredaderas se comen árboles enteros, alimentando tu imaginación se convierten en formas de dinosaurios dormidos.