El gps nos indica que en unos 30 minutos llegaremos a nuestro destino, NOLA, y de repente el paisaje empieza a cambiar se convierte en zona pantanosa, con aguas verdes, árboles más espigados y menos frondosos. Casas construidas en alto sobre vigas, y en vez de garajes tienen muelles, con barcas y motos acuáticas. ¡El paisaje no puede ser más auténtico! La carretera empieza a elevarse y así estará durante varios kilómetros pasando por encima del lago Pontchartrain. El recibimiento no puede ser mejor, y poco a poco, según te vas acercando se va perfilando la silueta de la cuidad.
A diferencia de otras ciudades norteamericanas, Nueva Orleans si que tiene centro histórico, fruto de su pasado español y francés, que dejaron su impronta con edificios de estilo colonial y que hacen de esta ciudad una de las más interesantes del todo el país. Después de dejar todos los bártulos en nuestro hostal pusimos rumbo al centro y que mejor forma que coger el histórico tranvía que recorre la ciudad, cómodo, rápido y muy fotogénico!!
El centro es impresionante, nada parecido a lo que habíamos visto hasta ahora en nuestro viaje, en un momento hemos viajado hasta 1850… Las calles tienen nombres españoles y es que casi un siglo como colonia española fue suficiente para que los Borbones tengan su propia calle. No obstante los edificios coloniales que hoy podemos ver son de cuando la ciudad pasó a ser francesa… varios incendios a finales del siglo XVIII obligaron a la reconstrucción de la ciudad. Si quieres saber más sobre la interesante historia de Nueva Orleans, te recomendamos este link (en inglés).
Es una de las 10 ciudades más visitadas de todo EEUU ¡y no hace falta preguntarse por qué! Las calles están repletas de música y por supuesto nos parábamos embobados a escuchar ¡¡¡qué cultura musical!!! ¡¡¡qué bien suenan!!!. Cae la tarde y nuestros estómagos ya rugían ansiosos por probar las famosas patas de cangrejo de NOLA (New Orlean Lousiana). Hay locales donde la gente hace hasta 1 hora de cola… nosotros no quisimos ser menos y estuvimos en uno de los más recomendados Acme Oyster House. Para terminar el día una cerveza en la concurridísima calle Bourbon Street (calle de los Borbones), repleta de locales aunque muchos de mala reputación… personalmente nos gustaron más otras calles que esta, demasiado masificada y poca personalidad añadida.
El día siguiente lo aprovechamos para recorrer con calma el centro de la ciudad, merece la pena dedicarle un día completo si se quiere disfrutar de sus rincones. Para comer nos acercamos hasta el French Market donde cayeron unos po-boys (bocadillos típicos de Louisina) al estilo Cajun, por cierto, ¿sabéis de donde viene esta última palabra… Cajun? En gastronomía cajún corresponde a la cocina tradicional de los descendientes de desplazados franco-canadienses y que se asentaron en el estado de Louisiana. Ahora ya sé que significa cada vez que lo lea en una carta… hasta ahora pensaba que era un tipo de salsa picante
El calor era intenso, así que a media tarde nos retiramos para descansar y prepararnos para una cena especial en un lugar que nos encantó, el Restaurante Bacchanal. Con ese nombre te esperas de todo menos lo que encontramos en este delicioso rincón nada céntrico de Nueva Orleans. Según entras lo que te encuentras es como una tienda de vino, botellas de todo el mundo te reciben, españolas, italianas, americanas,… y una pequeña nevera donde tienes diferentes quesos apestosos para elegir. Pagas y sales por una puerta al final de la tienda que te lleva a un jardín entre árboles, con banderolas de bombillas colgando de lado a lado, que de noche crea un ambiente romántico y cálido. Mientras en el pequeño escenario una banda de jazz toca.
Al día siguiente tomamos la acertadísima decisión de ir a ver aligators (Caimán, que no cocodrilo, estos están en áfrica, y son mucho más grandes. Error que cometimos desde el momento uno). Es una ruta en grandes lanchas de unas 20 personas, cubiertas y te llevan por los canales pantanosos del Mississippi. Ves de cerca los aligators y como les dan de comer, ¡espectacular! también aparecen mapaches, aves de todo tipo, tortugas, incluso una especie de jabalí. Muy muy recomendable. El coste es de unos 25$, sin tasas. Te aconsejamos que vayas por la mañana prontito, ya que a tan sólo a 20 minutos hay una destilería de cerveza artesana, en Abita Spring (Abita Brewing Company), que puedes ir a visitar. Su cerveza es Abita Ámbar o Andygator ( muuuuy buena esta última, eso sí 8 graditos). Lo malo es que a las 15.00 cierra, así que si coges la excursión en barco a primera hora puedes hacer ambos planes. A nosotros no nos dio tiempo, ¡me cachis! Pero aprovechamos que estábamos por allí para comer en ese pueblo, en el Camellia Café. Salimos por unos 26$, ofrece mucho marisco, también alguna pasta, ensaladas y sopas. Las cantidades son bastante grandes, cuidado o saldrás a reventar.
A la vuelta nuestro compañero de viaje, el gps, nos llevó por un camino diferente, similar al que nos trajo el primer día a NOLA, otra larguísima carretera sobre el lago, pero esta vez muchísimo más extensa sobre un eterno puente de 24 millas de longitud (38km). Impresionante. Es considerado el puente sobre el agua más largo del mundo y sin lugar a dudas es absolutamente impactante. Durante unos 25 minutos apenas ves otra cosa que el coche de delante, y agua a ambos lados, agua, agua y más agua… impresiona, pero lo recomendamos. Lake Pontchartrain Causeway Bridge.
Y con esto nos despedimos amigos, espero que hayas disfrutado con nuestra estupenda experiencia y cualquier duda ¡ya sabéis donde nos tenéis!
Desde La Criba con sabor